Tenías doce añitos, bastantes para un
perro, pero muy pocos para un humano, y aunque no eras muy grande, seguramente
el amor y cariño que le dabas a tu familia sí que era enorme. Puede que hasta
estos días no se haya hablado mucho de ti y sólo unos pocos te conozcan bien,
aun así estoy segura de que eras un perro genial tanto dentro como fuera de
casa, e incluso juguetón a pesar de tu edad.
Dudo mucho que para un perro sea agradable
ver cómo sus dueños se van dejándole comida y agua suficiente, pero solo, y
encima tras pasar por ello una mañana te despiertan las voces de la calle. Los
perros, al igual que los gatos, sois curiosos, y por eso saliste a la
terraza varias veces a lo largo del día, para saber qué narices pasaba en la
calle, porque se estaban gritando entre ellos.
Sigo dudando que el día fuese agradable,
pero de lo que estoy segura es que cuando viste que por fin alguien abría la
puerta de tu casa tu ánimo se levantó de golpe, pensando que eran tus preciados
amos. Lamentablemente no eran ellos, y de repente todo acabó para ti. Incluso
esa soledad que sentías.
No te voy a contar todo lo que te pasó
después, porque quiero que seas feliz estés donde estés y que comas ricos
huesos para perros, pero hay una cosa que sí diré: si hubieses sido tan
peligroso como decían, los policías que te sacaron del edificio hubiesen
llevado mucha más protección que una simple mascarilla. Muerto no significa sin
virus, ¿no?
Estas palabras te las dedico a ti, y dudo
que sea la única que piense así, pero al final no pudimos salvarte. Sin embargo,
hay algo que sí podemos hacer en tu honor y que es muy sencillo…
Muchos seguimos en la red el caso de
Excalibur e incluso participamos con los hagstags que se crearon, mostrando así
nuestro descontento frente a la idea de sacrificarlo. Lo último fueron las
firmas, que la verdad para poco sirvieron… Pero al igual que su dueña es un
caso en España mientras que hay muchos infectados más por el virus en el mundo,
Excalibur es un perro que ha sufrido las injusticias de la vida (tampoco quiero
entrar en temas que no son necesarios), como un montón de perros más en España.
Si no es cada día, cada mes fijo que hay
varios casos de abandono en los que muchas veces las protectoras no dan abasto.
Si tienen ‘suerte’, pasan de la calle a una casa de acogida o a una perrera
gracias a estas protectoras Sin embargo no siempre tienen esa ‘suerte’ y acaban
en perreras en las que serán sacrificados al poco tiempo si nadie decide
adoptarlo.
En las casas de acogida tampoco están
perfectamente, ya que no es una familia definitiva para el pobre animal y en
muchas ocasiones son temporales. Y si van a una perrera o acaban muertos por
enfermedad o por la edad si la protectora consigue que no sea sacrificado.
Con esto quiero decir que tenemos que
seguir protegiendo a los animales que están en perreras y abandonados. También
es una injusticia que esos pobres acaben sacrificados, y además estoy segura de
que se sienten solos. Como el pobre Excalibur en el piso durante sus últimos
días. Hay muchas formas de hacerlo, contribuyendo económicamente con
donaciones, adoptando, siendo casa de acogida, o simplemente difundiendo los
casos.
Mucha gente fue a la casa para impedir que
entrasen, otra tanta se preocupo por el perro o firmó las peticiones, pero
pocos cogerían y adoptarían a un pobre perrito que tiene que estar en una jaula
casi todo el día, que puede enfermar y seguramente lo hará, que siente la misma
soledad que Excalibur. Lo que quiero es que os paréis a pensar un rato sobre el
tema, porque no es un único perro el que ha sufrido una injusticia. Hay miles
de perros que la han sufrido también, y otros tantos que esperan encantados una
simple caricia, y que alguien se lo quiera llevar a casa para compartir la vida
con él.
Porque no es sólo por Excalibur. Hay que
luchar por todos esos pequeños que esperan por una vida mejor.
Para acabar me gustaría decir que
Excalibur, aunque sea olvidado en dos días, estará en los corazones de sus
dueños y en el de muchos de nosotros que le recordaremos.